Cuánto

Se acabó la emoción. Estamos vivos. Relájate mamá.

Todo resultó ser una paranoia nuestra, fruto de la desconfianza que nos inoculó Delhi en las tan sólo 5 horas que pasamos en ella. En nuestro favor decir que también se unieron una serie de extrañísimas situaciones que no sé si algún dia llegaremos a entender. Delhi es una ciudad que, personalmente, no recomendamos a nadie, salvo a aquellos que quieran empezar un viaje por India y de esta manera, curtirse; como nosotros. No hubiéramos disfrutado de Agra tanto como lo hemos hecho, si no hubiéramos vivido primero el infierno que es Delhi. No hay mal que por bien no venga al fin y al cabo. De todas formas remarcamos lo de «personalmente» porque ya nos hemos encontrado con otros viajeros a los que sí que les gustó Delhi.

Nos despertamos al amanecer, y el agradable sirviente (lo sabríamos más tarde) de Surya nos trajo el Chai a la cama. Aún con alguna duda, pero viéndolo ya todo más claro a la luz del sol, nos lo bebimos tranquilamente en la habitación.

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Yoga Center de Surya

Ese día resultó ser un día 10.

¿Cuánto pagarías por un desayuno, una comida, un paseo en camioneta por pequeños pueblos recónditos de la India, como si de un documental de National Geographic se tratara; un paseo en barca por el Ganges, un baño en el propio río, una cena en la calle entre gente local y una visita a una mini factoría de azúcar, con prueba incluida de la sustancia, donde, mediante sencillos procesos térmicos, ancianos y niños transforman el jugo de la caña en azúcar 100% natural?

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Azúcar verdadero

Nosotros, tras haberlo vivido, pagaríamos mucho; mucho más que por ver el Taj Mahal o el Agra Fort. Sin embargo, pagamos 0€. Gracias una vez más a couchsurfing y a la infinita generosidad de esa gente que siempre recordaremos, y que un día antes confundimos con traficantes de órganos, asesinos, violadores o mil y una cosas más que se nos pasaron por la cabeza. Hay que ver menos la tele.

Como muestra de agradecimiento, una o dos horas de trabajo, ayudando a dejar la casa en mejor estado para la quedada de yoga que iban a montar.

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Dar cera, pulir cera

Nos gustaría ser buenos escritores y poder acercarnos a la descripción de ese viaje en camioneta; o buenos fotógrafos, o al menos tener una cámara que no sea la de un móvil, y poder brindar una imagen que haga justicia a ese increíble paseo. Pero como no lo somos, os lo vais a tener que imaginar. Niños y niñas corriendo y jugando descalzos por la calle, mientras las mujeres transportan fardos gigantes de hierba en la cabeza y los hombres con sus burros aran el campo. Grandes ojos verdes que se quedan paralizados ante la aparición de un grupo de extranjeros, caras risueñas y atónitas ante la rubia melena de un couchsurfer belga. Era como estar dentro de un documental.

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Niños perplejos

El baño en el Ganges mientras incineraban a un paisano en la orilla de enfrente también tuvo su gracia. Pero bueno, por tener todos los pecados perdonados yo me daba otro, amén.

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Baño en el Ganges

Y con la visita a la mini fábrica de azúcar finalizamos una jornada increíble, que mereció muchísimo la pena, a pesar de la noche de achante que pasamos. Al día siguiente por la mañana nos despedimos de nuestros anfitriones y cogimos un bus de dos horas al centro de Delhi. Soportamos el ruido y el ajetreo durante un par de horas, y nos fuimos a hacer tiempo a la International Tourist Bureau donde tenían aire acondicionado y sofás. Nos hicimos un poco los locos y no nos llegaron a echar, nos fuimos.

A las 18:40 del sábado 10 cogimos el tren hacia Agra. Llegamos sobre las 00:00 a nuestro destino y nos cogimos un tuk-tuk hacia el hostal donde pasaríamos las 3 siguientes noches. Agra nos encantó. No sólo por el Taj Mahal, que es increíble, sino más por la vida local. El hostal en el que nos quedamos está en una zona donde te camuflas con los locales y, gracias a ello, pudimos comer street food con ellos en la calle y entablar conversación sin sentir que nos estuvieran intentando vender algo.

Sleeper Class
Sleeper Class

El segundo día en Agra tuvimos otra experiencia de esas típicas de película, que hasta que no las vives no te las acabas de creer del todo. De vuelta de ver el Agra Fort, vimos a un lado de la carretera unas «viviendas». Eran unas chabolas donde vivía bastante gente y justo enfrente tenían un gran campo de arena, como para organizar unas fiestas o algo así. El caso es que vimos a unos niños jugando y decidimos acercarnos. ¿Qué pasó?

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Campo de arena donde jugaban los niños

Lo que al principio parecían 4 ó 5 niños y niñas jugando tranquilamente pronto se convirtió en una manada de críos y crías, de entre 3 y 11 años, que vinieron enloquecidos a jugar con nosotros.

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La felicidad de los niños al vernos

Serían en total unos 30 ó 40. Por 20 minutos estuvimos jugando con ellos, disparando sus arcos de madera, jugando a las palmas o simplemente lanzándolos al aire. Qué fácil era hacerlos felices. Ya agotados decidimos marcharnos porque a punto estuvieron de rompernos las camisas tratando de subirse y de jugar. Las caras y gestos de agradecimiento de las madres cuando nos íbamos es una imagen que tendremos grabada por un tiempo.

Esa noche cenamos riquísimamente por 40 rupias en la calle. Sin regatear ya. Precio local. Estábamos metidísimos entre la gente de Agra. Hasta nos sentimos orgullosos de las risas que se formaron en la calle cuando un mono le arrancó a Sule la bolsa con los plátanos de la mano. 

Sacamos el tren para Jaipur. Con varios couchsurfers que nos habían aceptado. Nunca sabes cuál va a ser el mejor.

PD: El gran Taj Mahal. Guapísimo:

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Una obra maestra el Taj Mahal

3 respuestas a “Cuánto

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